viernes, 21 de mayo de 2010

1997 FRQ

Mayo 21, 1997, 5:30 pm; hace ya 13 años atrás, regresaba de un partido de futbol 5, llegamos a la casa y en la contestadora habían dos mensajes que definitivamente daban más que miedo volverlos a escuchar, solamente acaté a escuchar “venga a la casa pronto”… imaginé lo peor, el dolor invadió mi corazón y la taquicardia lo aceleró a un nivel impresionante. Cualquier cosa podía ser…

Corrimos y al llegar al barrio de mis padres nos dieron una impactante noticia, un amigo mío había tenido un triste episodio y estaba a las puertas de la muerte, no de la forma que tal vez uno espera partir de este mundo, no de la forma que uno desea ni en el momento que se quiere, no así, porque él era una gran persona, integra y alegre, noble y sincero, tan solo era un jovencito de quince años que iniciaba la vida.

Mi acercamiento con su familia era más que especial, tanto que a su hermana yo la consideraba mi propia hermana (creo que aún es así aunque no sea recíproco), a su madre una persona que estimaba en demasía. y a su padre… a su padre como si fuera un segundo padre para mí,

Pasado poco tiempo de que lo llevaron en ambulancia para el hospital llamaron para decir que había fallecido, yo no pude más, no tenía fuerza en mis piernas y simplemente opté y solté a llorar, estaba impotente, había tanta gente y familia que no podía pensar que hacer, como hacer, me apoyé en quien en aquel momento era mi apoyo. Me puse a caminar hacia dentro de la casa y llegué a su cuarto, me senté en su cama, tan solo un día antes había conversado con él mientras hacia una tarea del cole, el escuchaba “Ragga By Roots” en ese momento, me despedí y me fui, fue la última vez que le vi con vida, con su sonrisa de siempre en su cara.

Durante los siguientes siete años, calculo yo, le demostré a los tres que les quería, con su madre fui respetuoso y sencillo pero honesto, a su hermana le confirmé que ahora ella era mi hermana, estreché un lazo de amistad que superaba la misma con su padre, sus consejos habían sido desde mucho tiempo atrás muy importantes para mí, y ahora lo eran más, sentía la responsabilidad de escucharlo porque le apreciaba como ya lo mencioné. Desde ese entonces era más firme la idea de verle como mi segundo padre, le escuché semana tras semana todo lo que por horas hablábamos sobre su hijo, sobre su vida, sobre lo que pudo ser y no fue, las razones que Dios tenía, etc, etc., le ayudé a llorar y lloramos juntos cuando fue necesario, le acompañé en todo momento que pude, estuve tan cerca y siempre bajo toda circunstancia le tuve el cariño y el respeto de los más grandes que pueden existir, mi consigna siempre había sido y sigue siendo el amor por el prójimo, el respeto por los demás, y eso lo aplicaba firmemente con Dios de testigo.

Hace unos pocos años las cosas cambiaron, yo me dediqué más de lleno a mi propia familia, sin dejarlos a ellos de lado, pero las cosas cambiaron y fueron ellos creo los que decidieron tomar cierta distancia, pero era saludable y lo tomé a bien, igual el cariño permanecía y eso no iba a cambiar: error.

Tan solo nueve meses atrás con indiscriminación desmedida y coraje rencoroso, sin preguntar razones ni averiguar motivos, sin confirmar hechos ni indagar verdades ocultas, simplemente decidieron tachar, marcar, señalar, tomaron un borrador enrome y eliminaron de su mente toda una vida, creyeron que todo era una farsa, un montaje, y ni siquiera por respeto se atrevieron a escuchar otra versión, no les importaba, no había que consultar, no daban cabida a una oportunidad… se dejaron engañar como aquel que cierra sus ojos con todas sus fuerzas y se repite asimismo, “es cierto es de noche porque está oscuro”, abren sus ojos y dejan la oscuridad en mi nombre, borraron los hechos reales, los sentimientos sinceros, el cariño desinteresado, el viento sopló y se llevo la construcción, se llevó la verdad, no había cabida en su corazón para la razón, la opinión ni la oportunidad. Solo me quedó aceptar, resentirme un poco por un tiempo, dejar que mi corazón estuviera dolido, de todas maneras venían cosas peores y más difíciles que yo debía enfrentar, debía poner mis fuerzas en eso, tan solo era el aviso del inicio de una etapa que no sabía si lograría pasar.

Ahora ya pasaron nueve meses y todo lo he perdonado, todo lo dejo ir, lo que se queda junto a mi es lo que quiere estar a mi lado libremente y por lo que quiero luchar. Dentro de nuestras vidas siempre tenemos características que nos definen, nos hacen buenos seres humanos si las usamos bien y no deben marcarte por una que no estén de acuerdo, deben poner todo en una balanza y medir, pesar, comparar y dejar que el corazón hable antes que las directrices de la sociedad.

De aquel momento de hace trece años, rescato algo importante que no lo había notado, pero en aquel momento había perdido más que un amigo, un hermano, parte de mi familia, y que hoy, si, hasta hoy creo que tal vez logro entender un poco mejor lo que en aquel preciso momento llegó a la mente de mí amigo, lo que en aquel preciso momento tal vez pasó por su corazón, lo sé porque en agosto pasado yo sentí lo mismo, la duda, la desesperación, la soledad absoluta, la oscuridad asechándote, el laberinto de la sociedad que te deja sin salida… pero Dios me dio la fortaleza en mi debilidad.

Más hoy le pido a Dios por él y le a mis amigos que saquen un minuto y oren por ese amigo mío para que Dios lo tenga en su gloria y lo reconforte y para que le dé paz a nuestra hermana, a su madre y sobre todo a su padre, para que haya unión y no desunión, por una bendición y la alegría de poder compartir con los que estamos aún por acá de paso y no tengamos que esperar a que ya no estemos para decirnos lo importante que son para nosotros, ni tengamos que quedarnos con las ganas de dar o pedir perdón y no quedar con el sentimiento de impotencia en nuestro corazón. Porque ante todo Dios es mi testigo jamás fui infiel a mis principios, jamás fue desleal a mis sentimientos, jamás traicioné el respeto absoluto, aun hoy.

Dios les bendiga, aún ante todo esto que hoy pasa, aún les respeto y les aprecio. No necesito decir nombres, porque ellos saben quién soy, no soy una característica nueva que encontraron en mi, sigo siendo el mismo ser humano de hace trece años, pero con un corazón más dispuesto y sincero, que busca estar en paz.

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